La senda de Valmores, en Nuevo Baztán, en donde el páramo conocido como alcarria madrileña o alcarria de Alcalá baja hacia los valles que desembocan en el valle del río Tajuña, bien merece una visita. En pleno sureste madrileño, sin embargo, no está dentro de lo que conocemos como Parque del sureste, aunque comparte espacio y similitudes paisajísticas y ambientales. El paseo no es sólo ambiental, sino una visita por el pasado industrial de la región.
Respecto a la vegetación de la zona y la ruta, destacan quejigos y encinas. Las primeras, en el valle del arroyo de la vega; las segundas, en las laderas de solana y en la paramera. En la zona hubo abundantes olmos, desaparecidos como consecuencia de la grafiosis. Hay bosques relictos de arces de Montpellier. El sotobosque está dominado por la coscoja y manchas de jaral. Los sotos de ribera y barranqueras nos permiten ver carrizos, zarzas y saúcos. Muchas flores aparecerán ante nuestros ojos: orquídeas, peonías, lavandas, etc.
Respecto a la la avifauna, podremos ver: arrendajos, mirlos, acentores ruiseñores bastardos, autillos, águilas reales, azores, buhos reales, etc. La diversidad de paisajes nos permite disfrutar de gran diversidad de aves.
Pero también podremos encontrar mamíferos como zorro, gato montés, corzos, jabalíes, ginetas, garduñas, conejos y liebres,etc.
Por supuesto, hay que estar atento a insectos y reptiles, igualmente presentes en la zona.
Pero, comencemos ya nuestra ruta en la bella localidad de Nuevo Baztán, en concreto en la calle Transformador. Pronto, girando la cabeza, veremos a nuestra espalda, las torres del palacio de los Goyeneche.
Sigue la ruta. Ya caminamos entre encinas y tierras de labor.
Pronto llegaremos al mirador de la encina grande, desde donde veremos el valle creado por el arroyo de la vega, tributario del Tajuña. Estamos en el borde de la paramera, de la "Alcarria madrileña".
Y desde allí, caminemos hacia el fondo del valle.
Pronto, nuestra primera sorpresa en la parte de nuestra visita dedicada a la arqueología industrial: las ruiinas de la fábrica de gamuzas que funcionó entre 1715 y 1722 en la zona. Una gran construcción donde se trabajaban y curtían las pieles con las que se fabricaban distintas prendas y accesorios del uniforme militar de la época.
Continuamos caminando por el valle , entre encinas y quejigos. Un camino a nuestra derecha nos acerca a la ruinas del batán, ya silenciado por el paso del tiempo. Su estructura, similar a la de un molino, tenía una rueda accionada por el agua procedente del barranco de Valdeñigo, y golpeaba con gran ruido los paños de lana hasta alcanzar estos la consistencia adecuada. El paisaje sonoro y el edificio, ya han desaparecido.
Siguiente encuentro en nuestro camino: los paredones de San Blas. Un imponente edificio, en mitad del bosque y la ladera. Su funcionalidad exacta aun no ha sido definida, pero podría tratarse del lugar donde unos operarios llamados "pelayres" peinaban o cardaban los paños de lana completamente extendidos, lo que explicaría sus dimensiones. Otra explicación es que se tratara de uno de los lugares destinados al tintado de los paños ya que para eso se necesitaban grandes pilas a diferentes alturas y en las ruinas observamos que sobre la fuerte pendiente se encajonan sucesivos bancales.
Continúa al camino más adelante, ya subiendo desde el valle hacia el borde del páramo. Y después de encinas y quejigos, cruzaremos zonas con pinares de repoblación.
Pronto aparecerá Nuevo Baztán y su palacio sobre los árboles.
Entremos ya a la localidad y el camino pronto se convierte en una calle de la localidad, acabando justo enfrente del palacio de los Goyeneche y la iglesia.
Y si de vuelta a casa quiere hacer un añadido diferente a su visita, les recomiendo una visita enológica: las bodegas Qubel ( Bodega y Viñedos Gosálbez Orti: C/ Real 14, Pozuelo del Rey 28813-Madrid), en Pozuelo del rey, donde disfrutar y comprar su vino de calidad y producción ecológica, amparado bajo la Denominación Vinos de Madrid.